Thursday, December 29, 2005

quiero...

Quizá digas que soy un huevas por escribir esto, quizá no digas nada.
No sé si alguna vez te dije lo importante que eres en mi vida. Eres especial. En los años que han pasado por este cuerpo, por esta mente; en las experiencias vividas, en los días, en las noches, en los viajes y re encuentros, de alguna u otra manera te he tenido conmigo. Somos amigos, somos familia, somos tal vez más que eso; somos personas que podemos sentarnos a conversar sobre cualquier huevada y no nos sentimos incómodos si hay silencios eviternos en nuestras espaciadas charlas. Guardamos un leve parecido físico, guardábamos una delgadez extrema, hoy tornada en gordura por mi parte. Me gusta oír tus comentarios, saber las cosas que piensas, leer lo que escribes, disfrutar de tu prosa. Creo que soy un clandestino admirador de tu obra y arte.
Me he perdido mucho de ti, y quiero recuperarlo. He dejado que pasen mil cosas sin darle la importancia verdadera a las situaciones y personas realmente importantes. Soy un tipo algo ido, muy ocupado (¿?), o medio ahuevado, pero te quiero y te aprecio, te admiro, y te valoro.
Es probable que no lo haya dicho antes, pero no te quiero perder nunca; tengo ese miedo maldito de estar un día sentado tomando un café y queriendo conversar de todo un poco, y no tenerte al frente para hacerlo. Tengo miedo, y ya no quiero tenerlo, quiero dejarte ser, sin decirte nada y respetar cada una de tus decisiones, y hasta quizá dejarte ir.
Pero mayor es mi miedo de tenerte aquí, en este tiempo y espacio y no poder acompañarte o saber de ti, miedo de perder el contacto, las conversas, las tardes y las noches aromadas de tabaco y salpicadas de cafeína.
Por eso, no haré una promesa, ni un compromiso, sólo diré que este año que viene quiero estar más pendiente de ti, de lo que hagas, de cómo te sientas. Simplemente quiero ser esa persona que esté ahí para que puedas decirle algo, para compartir, para seguir creciendo, para apoyarte, para quererte más.

Wednesday, December 21, 2005

la tía

hoy tuve un día jodido en la unidad donde estoy rotando. usualmente este espacio para vacío. las emergencias (los padres creen que son emergencias, mas no lo son, pero ni modo, son padres) casi nunca llegan al nivel de necesitar pasar a esta sección, mas anoche llegó un niño que no sé qué miércoles hacía trepándose a una casuarina plantada en la puerta de su casa a las 23 horas. el hecho es que el niño cayó desde una altura de 3 metros aproximadamente, perdió la conciencia y al recuperarla, empezaron los vómitos explosivos. llegó como a las 00:30 y quien le hizo la nota de ingreso consideró datos que luego se verían refutados por la historia clínica que le hizo una coleguita bastante avispada e inteligente. el punto es que al entrar hoy a mi turno, encuentro que la cama b del servicio estaba ocupada, lo cual representaba trabajo para mi persona. yo feliz, contentísimo de tener algo que hacer, algo más que ver niños con gripe y diarreas (sin ánimos de menospreciar, habráse visto!!). agarré la historia, me empapé de ella, conversé con el pacientito (que para esto estaba conciente y sin más dolencia que la ocasionada por caer 3 metros), y me preparé a presentar el caso. lo único preocupante era su tendencia a la somnolencia. llegó el neurocirujano, hizo su evaluación y determinó su diagnóstico. hasta aquí, amigo lector, este es un relato sin ningún giro dramático; ustedes dirán "¿qué tiene de pesado este día?". pues debo decirles que aquí hace su ingreso la jefa, una doctora que, ok, aceptémoslo, sabe lo que hace, pero que como persona deja mucho que desear. ¿cómo calificarían a una señora que saluda a medio mundo de "amorcito", "hermano", "lindura", y que al dar la espalda se refiere a ellos como "atorrante", "asno", "horrenda"? esa es la calaña de la tía: rompe papeles firmados por otros médicos por el simple hecho de no estar de acuerdo con lo que ella dice, ningunea a los y las residentes, también a los internos salientes (dice que no saben nada), se muestra como comprensiva y amable, para luego basurear a tus espaldas. puedo entender que no pases a ciertas personas, entonces simplemente ni las saludas o eres cortés y punto, pero ella se la pasa amorosa frente a todos para, repito, basurear después. parado frente a ella, escuchando sus explicaciones, puse cara de cojudo, cara de si maestra, la estoy entendiendo, sabiendo que quizá al retirarme también me basureará.
son mis primeros días, debo pagar derecho de piso, pero nunca imaginé encontrar una persona así.
adelante, no me queda otra que soportar los 24 días que me quedan de rotación.

el autor ha decidido suprimir los nombres de personajes y espacios en cuestión, para evitar problemas de corte legal en el futuro.

la mar se puso serena

nada se compara a la sensación de calma que reina luego que la mar estuvo movida. sea de lo que fuere, conversar las cosas hace q naveguemos plácidos y podamos planificar los próximos movimientos a realizar. gracias por aceptar conversar conmigo. te amo, entre otras cosas, por amarme a pesar de lo errático que pueda ser...

Tuesday, December 20, 2005

taxista ra ra... raya de grasa en mi chaqueta

Ahora, incluso más que antes, al hacerle la parada a un taxi, mientras transo la tarifa, le doy una rápida, pero no por ello, poco exhaustiva mirada al espacio interior. Incluso algunos, desde su aspecto externo, me hacen rechazarlos ipso facto. Sucede que muchos conductores han descuidado el aseo de su unidad a un nivel tal, que las hacen parecer una móvil más de la baja policía. Recuerdo los años preciosos y los kilómetros que solía recorrer montado en mi VW escarabajo antes de ser arrancado de mis manos... lo extraño.
En estos días me encuentro realizando mi internado en un hospital militar, donde nos exigen ir vestidos de completo blanco. Nunca he vestido así en mi vida, incluso debo llevar los zapatitos blancos que detesto, por la asociación que hago entre ellos y los hombrecillos dedicados a vivir del sudor de mujeres a su cargo (lo más probable es que esté equivocado en mi apreciación, pero es la imagen que tengo). Dada mi alba situación, debo tener el máximo cuidado con cualquier elemento que amenace la integridad de mis prendas. Por ello, si viajo en unidades de servicio público, voy de pie, así haya asientos desocupados. Pero el día de ayer tuve que montarme a un taxi que estaba "ahi nomás" (léase poco aceptable), para llegar lo más rápido posible a mi centro de labores. El interior no se veía mal a pesar de todo, el automóvil era pequeño, pero retrasando el asiento pude estirar mis piernas. Crucé sobre mi pecho el cinturón de seguridad (¿cinturón no es acaso para cintura?) mientras leía un sticker en la superficie de la guantera que rezaba Use el cinturon de seguridad, protege su vida y evita pagar la multa (sic). El viaje transcurrió sin novedades, llegué a mi destino a tiempo, pagué lo acordado, solté el gancho del cinturón y bajé, caminando a prisa rumbo a mi servicio. Al llegar, la amable enfermera de turno me observó con rostro de desaprobación mientras se acercaba a señalar con su índice una raya sucia negra-grasosa e inmensa que cruzaba mi pecho en diagonal cual si fuera defensor de las sedas del Deportivo Municipal.
Maldita sea, laven los cinturones!

los odio!!!

Me dispongo a meter mi ropa de internado a la lavadora, para dejarla inmaculada, selecciono una colección de Massive Attack en el media player, subo el volumen, la música fluye por el departamento... teardrop...lalala. Entro a la lavandería, la máquina hace poquísimo ruido, un momento apacible, pero... GAAAAAATAAAA FIEEEEERAAAAAAAAA. Una voz gangosa irrumpe mi estado housekeeper, me siento agredido, ofendido. ¿Quién miércoles se cree mi vecino de marras para poner su aborrecible musiquilla a todo volumen? ¿Piensan que se han de morir si no hacen una fiesta por un fin de semana? ¿Creerán acaso que suenan como los niños cantores de viena cuando hacen sus karaokes caseros?Así mismo, ¿qué se han creído muchos de ellos para dejar de pagar a tiempo las cuentas que lamentablemente tenemos que compartir?, y del mismo modo ¿qué se cree la tía del primer piso para agarrarse medio jardín común, meterle cemento, plantar un tendal y hacer cuanta parrillada le parezca mientras ensucia todo y nos llena de humo?. No hay derecho, y lo peor es que creen que lo tienen. Me estoy cansando de ellos, no sé cuánto dure mi cortesía y diplomacia. He intentado en mil reuniones, poner un alto y dar soluciones; no me han escuchado. Por suerte me mudaré pronto. Estoy empezando a odiar este lugar.