quiero...
Quizá digas que soy un huevas por escribir esto, quizá no digas nada.
No sé si alguna vez te dije lo importante que eres en mi vida. Eres especial. En los años que han pasado por este cuerpo, por esta mente; en las experiencias vividas, en los días, en las noches, en los viajes y re encuentros, de alguna u otra manera te he tenido conmigo. Somos amigos, somos familia, somos tal vez más que eso; somos personas que podemos sentarnos a conversar sobre cualquier huevada y no nos sentimos incómodos si hay silencios eviternos en nuestras espaciadas charlas. Guardamos un leve parecido físico, guardábamos una delgadez extrema, hoy tornada en gordura por mi parte. Me gusta oír tus comentarios, saber las cosas que piensas, leer lo que escribes, disfrutar de tu prosa. Creo que soy un clandestino admirador de tu obra y arte.
Me he perdido mucho de ti, y quiero recuperarlo. He dejado que pasen mil cosas sin darle la importancia verdadera a las situaciones y personas realmente importantes. Soy un tipo algo ido, muy ocupado (¿?), o medio ahuevado, pero te quiero y te aprecio, te admiro, y te valoro.
Es probable que no lo haya dicho antes, pero no te quiero perder nunca; tengo ese miedo maldito de estar un día sentado tomando un café y queriendo conversar de todo un poco, y no tenerte al frente para hacerlo. Tengo miedo, y ya no quiero tenerlo, quiero dejarte ser, sin decirte nada y respetar cada una de tus decisiones, y hasta quizá dejarte ir.
Pero mayor es mi miedo de tenerte aquí, en este tiempo y espacio y no poder acompañarte o saber de ti, miedo de perder el contacto, las conversas, las tardes y las noches aromadas de tabaco y salpicadas de cafeína.
Por eso, no haré una promesa, ni un compromiso, sólo diré que este año que viene quiero estar más pendiente de ti, de lo que hagas, de cómo te sientas. Simplemente quiero ser esa persona que esté ahí para que puedas decirle algo, para compartir, para seguir creciendo, para apoyarte, para quererte más.