Friday, October 28, 2005

reclamo...

oe, hasta ahora ni un solo sesudo comentario. ya pz... o cambias la descricpción de tu blog o te pones a escribir algo trascendente!!!


(escrito en un lapso de conducta esquizoide)

ellos

"un día como hoy, tu amigo roberto volvió a nacer" dijo mi padre al otro lado de la línea telefónica. conversábamos de mañana, como suele suceder cada dos o tres; le dije que para ser exactos sería al día siguiente la fecha en que 9 años atrás mi amigo roberto volviera a nacer. relatar los hechos acontecidos aquella indeleble noche, sería un ejercicio injusto: muchos hechos serían omitidos y otros tantos quizá exagerados, es por ello que no hablaré de ello esta vez.
a menudo recuerdo a las tres personas que dejaron este mundo prematuramente; intento conjugar sus rostros con el tiempo transcurrido desde aquella vez, pretendo verlos ahora crecidos y maduros. uno de ellos sería ya médico; el otro, deportista calificado; la tercera, tal vez abogada o qué sé yo, porque nunca me interesé en saber más de ella como de los otros dos.
muchas veces, desde ese día, me he preguntado qué sería de mis cercanos amigos y de mí, si nos hubiésemos trepado en ese vehículo, sé que es una costumbre inútil, porque la respuesta sería sólo una sucesión de suposiciones; sin embargo, la practico de cuando en vez.
roberto se trepó a aquél automovil, él sí sabe lo que pasó, e incluso hasta hoy escucho decir por ahí que un muchacho de secundaria fue el responsable de que se salven otros niños aquella noche y sé que hablan de él.
hoy nuevamente los recordé, vi sus infantiles rostros y hasta creí escuchar sus voces llamando al juego. hoy, una vez más, sentí que parte mía también se trepó con ellos a la tolva de aquella camioneta.
escrito el 12 de octubre del 2005

Friday, October 07, 2005

octubre, 7

Los primeros recuerdos que tengo de mi existencia están relacionados a la presencia de una persona maravillosa. Mis padres, obviamente, tuvieron mucho que ver en el desarrollo de mi vida; pero francamente no sé que sería hoy de mí, sin la participación activa de este personaje, que, poco a poco, con los años, fue adquiriendo toda la importancia que tiene hoy, a pesar del tiempo, a pesar de la ausencia.
No sé en qué momento fui consciente de su aparición en mi vida. No sé cuando comprendí su posición en mi familia, su relación y desempeño en ella. Era una persona mayor que mis padres, eso estaba claro. Era alguien amable y amistoso, siempre dispuesto a satisfacer mi inacabable curiosidad de niño menor a la década. Era alguien que no se mostraba cansado si había que salir al patio o jugar un poco con la pelota. Era alguien que me sentaba en sus piernas para contarme historias asombrosas o cantarme jitanjáforas mientras caía la tarde. Siempre estuvo cuando y donde se le necesitó, dispuesto a brindar su fuerza de hombre octogenario para las labores más diversas, incluso para aquellas cuyo cuerpo ya no permitía. Recuerdo haber aprendido de él, el arte de cambiar los pañales (ésos antiguos de tela) a mi pequeño hermano. Aún, a veces, creo escuchar su voz, sus expresiones a la hora de la mesa, creo ver sus ojitos traviesos recorriendo la casa en busca de un quehacer; siento su voz expresando acertadas opiniones o dándome los consejos oportunos. En realidad creo que cada minuto de su existencia aún perdura en mí, se prolonga, se expresa. A veces siento que estoy haciendo las cosas como él las haría, hablando como él hablaría, abrazando a los míos como él lo hizo. A veces siento que sigo a su lado; y le agradezco infinitamente por haber compartido su vida conmigo: Marcos, abuelo, amigo eterno, padre amado, hombre ejemplar.

Thursday, October 06, 2005

el despertar

Una de las experiencias más gratificantes que he disfrutado ha sido la de conformar un grupo musical. Mis primos Eduardo y Victor llevan la música en las venas (también en las arterias), y no lo digo porque sea un asunto de familia, sino porque la palpitan y la bombean por todo su organismo. Recuerdo haber sido un párvulo y haberlos visto y oído ejecutar sus guitarras eléctricas, en algo que yo catalogaba en aquél entonces como música loca. Pasaron los años y nos alejamos un poco, bastante diría yo, y no me refiero solamente a la distancia geográfica; pero llegó un día (hace más de un año) en que sentí el llamado de la música. Con estudios de violín y piano y con la guitarra de autodidacta, me había hecho de cierta cultura musical que considero aún debo enriquecer. Fueron muchos años en los que me nutrí de todo tipo de influencias musicales, años en los que ya iba depurándolos y estableciendo mis gustos. Y así llega El Despertar a mi vida. Ensayos, prácticas, pruebas, mucho valor y también descaro de mi parte (pues no había agarrado el violín en ¡once años!), tuvieron su momento cumbre una noche de Marzo del año pasado en el Satchmo, conocido local miraflorino. La tocada estuvo buena, la acústica no fue muy eficiente y mi violín y yo estuvimos bastante flojos: el miedo escénico y la falta de práctica mayor a la década jugaron en mi contra. Ahí empezó todo, tocadas por aquí y por allá, depurando la ejecución, compenetrando con la banda, entendiéndonos, conociéndonos. Fue un año de música y amistad, un año en el que no sólo transpirábamos música, sino también en el que conocí más de mis primos, sus familias y mis amigos miembros de la banda. Ahora, estamos en fase creativa y pienso que decir "estamos" es demasiado pretencioso de mi parte, puesto que ando metido en mis responsabilidades académico-hospitalarias y le he dado poco tiempo a la banda. Pero tal como comentaba con Eduardo, ya es hora de regresar.


www.eldespertar.4t.com

Wednesday, October 05, 2005

juan ernesto

A menudo te recuerdo. Tu voz, la sonrisa que expresaba tu rostro, los gestos que hacías cuando querías comunicarte. Recuerdo tu llanto, tu mirada. Las tardes de compañía, las noches infinitas. Recuerdo el acelerado lub-dub de tu corazón; tu entusiasmo a la hora de las comidas. Recuerdo haber estado abrazado a ti, recuerdo haber jugado contigo; recuerdo haber reído, haber llorado. Recuerdo cuando llegaba del colegio y mi primer interés eras tú. Recuerdo tu calor, tus manitas frías. Recuerdo el primero de Abril. Miro tu retrato...y aún te siento.

Tuesday, October 04, 2005

kilómetros

Es increíble como podemos desarrollar vínculos afectivos con objetos inanimados. Chuck Nolan lloró inconsolablemente mientras veía como Wilson se perdía en algún lugar del inconmensurable mar Pacífico, en una de las muestras más absurdas y conmovedoras de dependencia que el cine haya registrado. Luego de dieciséis meses de desaparecido, mi escarabajo verde tivole, me hace más falta que nunca. Mis responsabilidades académicas me llevan por los polos de la gran ciudad, haciendo insoportables los incontables minutos que separan el Callao de Pamplona Alta donde queda la posta médica en la que realizo mis prácticas vespertinas. Extraño el placer de ir en medio de los atolladeros, prendido del volante, escuchando a Radiohead por los altavoces; en realidad esos eran momentos inigualables para mí. Conducir es uno de los actos que más disfruto. Pero no es sólo la utilidad de mi vehículo lo que me hace añorarlo. Estuve revisando una caja cargada de fotografías y reparé que en muchas de ellas, el verde Volkswagen es un protagonista más. Recuerdo a mi padre calentando el motor por las mañanas para salir raudos al nido sanisidrino donde estudiaba mis primeras letras; recogíamos a mi primo en el camino y, con los mandiles a cuadritos azules, arribábamos a nuestras distintas secciones. Pasaban los años, el viaje transcordillerano, nuevos aires, el aprendizaje, las salidas, los paseos con la gente del colegio; el retorno a la ciudad de origen, la falta de brevete, los policías, las salidas furtivas para ver a la enamorada; la rutina de ir y venir, pero que a bordo del verde escarabajo se convertía en algo nuevo cada día. Ese carrito ha llevado mi vida por miles de kilómetros, ha compartido conmigo mis alegrías y frustraciones, me ha depositado en los lugares donde debía estar a tiempo; y un aciago día (una noche de mayo) también se llevó una parte de mí. A menudo pienso en él, en sus piezas dispersas por ignotos lugares, depositadas tal vez en otros autos, viviendo aún, mas no a mi lado, nunca más...